jueves, 1 de diciembre de 2011

La Guerra Mundial Africana: República Democrática del Congo

"Desde la Segunda Guerra Mundial, ningún conflicto ha ocasionado tantas víctimas, pero después de siete años, la ignorancia universal que rodea la escalada y las consecuencias del conflicto es absoluta, y el compromiso internacional muy por debajo de las necesidades humanitarias" Richard Brennan del International Rescue Committee (IRC), informe IRC de enero de 2006.

La R.D. del Congo es el segundo país más grande del continente africano tras Argelia

La República Democrática del Congo es un país africano cuya capital es Kinshasa. Anteriormente fue conocido como el Estado Libre del Congo, desde 1885 a 1908; en la época colonial como Congo Belga, de 1908 a 1960 -año en el que obtuvo su independencia- y como Zaire desde 1971 a 1997. No hay que confundir este país con la República del Congo, cuya capital es Brazzaville y fue conocido en la época colonial como Congo Francés.

En la R.D. del Congo los problemas más destacados son la violencia sexual contra la mujer, como señala la representante especial de Naciones Unidas para la violencia sexual en conflictos armados, Margot Wallström, “utilizada como arma de guerra tanto por el ejército como por los rebeldes”; las divergencias entre Tutsis y Hutus, reforzadas con la llegada de los colonizadores, primero alemanes y luego belgas, al favorecer a los tutsis; y las riquezas naturales del país: cobre, cobalto, estaño, uranio, oro, diamantes, casiterita, wolframita y sobre todo coltán. La R.D. del Congo atesora el 80% de este mineral en todo el planeta, material del que depende el mundo occidental por su importancia para la tecnología.

El inicio del conflicto después de la obtención de la independencia
La República Democrática del Congo se ha visto continuamente envuelta en una cadena de contiendas. Este territorio obtuvo su independencia de Bélgica en 1960 y fue entonces cuando se llevaron a cabo las primeras elecciones legislativas que fueron ganadas por Patrice Lumumba, perteneciente al Movimiento National Congoleño. Por otro lado, Joseph Kasavubu, del partido ABAKO (Alianza de los Bakongo[1]) fue nombrado presidente del parlamento. 

Inmediatamente después de la independencia, las provincias de Katanga y Kasai del Sur se separaron de la alianza política y, debido a que Bélgica quería seguir controlando la riqueza económica del territorio, apoyó estas separaciones implantando gobiernos a conveniencia en estas regiones. El Gobierno de Lumumba solicitó ayuda a EEUU, quien se la negó, y seguidamente al bloque soviético, el cual le proporciono ayuda militar con el objeto de intervenir en las provincias separatistas. Este y otros episodios dieron lugar a una crisis entre el Presidente y el Primer ministro. Lumumba fue destituido por Kasavubu y más tarde recluido y apresado por la ONU. Lumuba murió en Katanga fusilado con la intervención de agentes del gobierno belga y la CIA en 1961. 

Durante esta crisis fueron varios los gobiernos que se sucedieron en muy poco tiempo. Así, en medio de esta inestabilidad, en 1965 Mobutu Sese Seko dio un golpe de Estado y se nombró presidente. En 1971 cambio el nombre del país a Zaire. El gobierno de Mobutu fue acusado de violación a los derechos humanos, represión, culto a la personalidad y corrupción[2], la cual vino abajo la economía del Congo. A mediados de 1990 la situación empeoró. El gobierno de Mobutu se enfrentaba a la gran crisis de refugiados de los Grandes Lagos[3] que huían de la guerra en Ruanda y Burundi[4] donde se estaba exterminando a la población tutsi por parte de los hutus. Mobutu apoyada el genocidio de Ruanda de 1994 y por ello los tutsis se opusieron a él. En 1996 Mobutu decretó que los tutsis debían retirarse del país bajo la amenaza de muerte, pero la incapacidad de Mobutu de manejar la crisis, acompañada de la pérdida de apoyo por parte de occidente, al no ser ya necesario como aliado para EEUU en la guerra fría, permitió a sus opositores iniciar una campaña en su contra que desencadenó una guerra civil. 

Primera y segunda guerra civil
La primera guerra civil del Congo ocurrió entre 1996 y 1997 y su objetivo era derrocar al dictador Mobutu. Todos los que no estaban de acuerdo con el gobierno se aliaron formando la AFDL (Alianza de Fuerzas Democráticas para la Liberación del Zaire). Esta alianza tuvo especial apoyo del presidente de Ruanda, Paul Kagame, así como del presidente de Uganda, Yoweri Museveni. Estas fuerzas opositoras fueron conducidas por el líder guerrillero Laurent-Désiré Kabila quien, con ayuda de las tropas del presidente de Ruanda, entró en el Congo y derrocó a Mobutu. Kabila obtuvo la victoria, se declaró presidente y cambió el nombre del país a República Democrática del Congo. Por su parte, Mobutu huyó a Marruecos donde murió. 

Sin embargo, Kabila fue pronto acusado de autoritarismo y corrupción y durante su mandato aumentaron las tensiones con las minorías que pedían más autonomía. En 1998 todos los miembros del gobierno de origen tutsi se retiraron del gobierno cuando Kabila pidió a los mercenarios ruandeses y ugandeses, que le habían ayudado a obtener el poder del Zaire, que volvieran a sus países. Kabila decía que la rebelión al este de la R. D del Congo (Kivu del Sur[5]) era una invasión de Ruanda. Paulatinamente se fueron generando tensiones con el gobierno ruandés, antiguo aliado, y estalló la Segunda Guerra del Congo.

La segunda Guerra del Congo dura desde 1998 hasta 2003 –fin formal aunque con brotes de violencia, ya que fue cuando un gobierno de transición asumió el poder bajo los términos del Acuerdo de Petroria -pacto para la pacificación de la República Democrática del Congo firmado en 2002 en Sudáfrica-. Esta segunda guerra se ha conocido con diversos nombres: Guerra Mundial Africana, Gran Guerra de África y Guerra del coltán. Intervinieron Ruanda, Uganda, Zimbabwe, Angola, Namibia, Chad y Sudán en lo referente a países africanos. En esta contienda murieron entre 3,8 y 5,4 millones de personas. La guerra fue financiada con la extracción ilegal de minerales como el coltán, la casiterita y el diamante y se desarrolló en torno a una extensión del conflicto hutu - tutsi que desangró a las naciones de los Grandes Lagos Africanos a mediados de la década de 1990. Sus principales víctimas fueron civiles, produciéndose violaciones a mujeres y niñas, asesinatos, deportación, limpieza étnica y un genocidio encubierto.

En 1999, la R.D. del Congo, Angola, Namibia, Zimbabwe, Ruanda, y Uganda firmaron el Tratado de Paz de Lusaka, por el cual las partes se comprometían a un cese del fuego, retiro de los intervinientes extranjeros y el desarme de las milicias en combate, en particular de los que participaron en el genocidio de 1994. Sin embargo, el tratado de Lusaka estuvo a punto de quebrarse en enero de 2001 cuando Kabila fue asesinado. Esto genero nuevos brotes de violencia en toda la región. Ese mismo año Kabila fue sucedido por su hijo, Joseph Kabila. El 28 de marzo de 2004, los seguidores del antiguo presidente (Mobutu Sese Seko) intentaron derrocar al hijo de Kabila mediante un golpe de Estado. Más tarde, en 2006 se celebraron las primeras elecciones multipartidistas y libres desde la independencia en 1960. Kabila ganó y en la actualidad sigue en el cargo. 

El mineral de las tecnologías: el coltán
El coltán es una mezcla de los minerales columbita y tantalita. Es de color gris metálico oscuro. Se utiliza para casi la totalidad de los dispositivos electrónicos y es imprescindible en la fabricación de componentes electrónicos avanzados de los teléfonos móviles, los portátiles y de los videojuegos, entre otros. La exportación de coltán ha financiado a algunos de los bandos de la Segunda Guerra del Congo. Son Ruanda y Uganda quienes exportan coltán de manera ilegal del Congo a Occidente a través de las fronteras de estos dos países y Burundi. La ocupación ruandesa del este del Congo ha significado que la República Democrática del Congo haya sido incapaz de explotar este recurso en beneficio propio. Desde la R.D. del Congo el mineral se traslada a Ruanda donde es procesado antes de ser exportado a EEUU, Alemania, Países Bajos, Bélgica y Kazajstán, principalmente. Actualmente, las dos mayores procesadoras de coltán se encuentran en Alemania. Ruanda y Uganda, además de enriquecerse con el tráfico de este mineral, han visto como parte de su deuda externa ha sido cancelada y han sido consideradas como modelos de desarrollo económico. Además de la financiación de las guerras de esta región con este mineral, otras preocupaciones derivadas su la extracción son la explotación de los trabajadores, muchos de ellos niños, y la destrucción de los ecosistemas, puesto que los principales yacimientos están situados en los hábitat de gorilas en peligro de extinción.


Cada kilo de coltán que se extrae les cuesta la vida a dos niños

Intereses en la R.D. del Congo de los países occidentales y Sudáfrica
Los países occidentales implicados en este conflicto son Estados Unidos, Francia y Bélgica. Estados Unidos dio su apoyo militar, económico y político a Mobutu, a pesar de conocer las irregularidades que cometía su gobierno y las denuncias de violaciones de los derechos humanos. Por otro lado, en 1996 apoyó a Kabila, aportando instrucción militar y armamento. Lo mismo ocurrió durante la segunda guerra del Congo con Kabila hijo. Asimismo, en 1996 patrocinó la invasión de fuerzas militares de Ruanda y Uganda que hacia 1998 tomaron el control y ocuparon las áreas mineras de coltán estratégicas.

Por su parte Francia, al haber sido una gran potencia colonial en África -cuestionada por la intervención de Estados Unidos-, tiene intereses geopolíticos además de económicos -en lo referente a la explotación de los recursos naturales-. Después de obtenerse la independencia, Francia intentó sustituir a Bélgica como potencia neocolonial y por este motivo Francia brindó su apoyo a Mobutu, manteniéndolo durante la primera guerra civil. La actuación de Francia tuvo una consecuencia clara y es que cuando Kabila llegó al poder se excluyó totalmente este país de la política exterior de la República Democrática del Congo. Otro de los países occidentales implicados es Bélgica que fue la potencia administradora de este territorio hasta su independencia y en la actualidad mantiene intereses económicos. Finalmente Sudáfrica se ha implicado activamente como mediadora en el este conflicto por el interés de convertirse en potencia política y económica del continente. En este sentido, Sudáfrica requiere de estabilidad en esta zona para favorecer las relaciones políticas y favorecer el intercambio comercial. Asimismo, Sudáfrica firmó acuerdos con Kabila para la explotación de los recursos del país.

Otros problemas de la República Democrática del Congo

El Conflicto de Ituri calificado como una guerra dentro de otra guerra es una disputa entre la etnia agricultora lendu y la pasturera hema en la región de Ituri, en el nordeste de la R.D. del Congo. No obstante, esta disputa se ha visto complicada por la presencia de diversos grupos armados que han tomado parte en la Segunda Guerra del Congo, así como por la gran cantidad de armas de pequeño calibre, por la presión para conseguir los abundantes recursos naturales de la zona y por las tensiones étnicas de la región cercana.

Las continuas actividades de las Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda (FDLR). Las FDLR son el principal grupo rebelde anti-Ruanda que operó en las últimas etapas de la Segunda Guerra del Congo. Compuesto casi en su totalidad por miembros hutus, fue formado en el año 2000 con sus comandos de Kinshasa y Kivu, con la unión de los miembros del Ejército para la Liberación de Ruanda. Gran parte de sus fuerzas está compuesta por los llamados interahamwe, una guerrilla que se formó en Ruanda durante su guerra civil, formada en su mayoría por personas de la etnia hutu que llevaron a cabo el genocidio ruandés de 1994. Su principal fuente de apoyo está en el presidente de la Joseph Kabila, que los utilizaba como su brazo armado contra sus enemigos. En 2002, las FDLR se trasladaron desde la capital hacia las provincias de Kivu del Norte y Sur. Después de terminar de manera oficial la segunda guerra de la R.D. del Congo sus fuerzas continuaron atacando a miembros de la etnia tutsi a lo largo de la frontera entre la RDC y Ruanda, transformándose en uno de los principales elementos desestabilizadores de la región. A mediados del año 2004 sus ataques perpetrados en contra de la población civil provocaron una avalancha de más de 25.000 congoleños refugiados.


[1] El nombre "Congo" encuentra su origen en los nativos bakongo. Los bakongo eran la tribu asentada en las riberas del río Nzadi o Zaire, rebautizado en portugués como río Congo.
[2] En 1984 se dijo que Mobutu poseía cuatro mil millones de dólares estadounidenses, un importe similar a la deuda nacional, en sus cuentas bancarias en Suiza.
[3] Dícese de la región colindante a los lagos El Tanganica, Victoria, Alberto, Edward, Kivu y Malawi. Esta área incluye la totalidad de las naciones como Ruanda, Burundi, y Uganda así como partes de la República Democrática del Congo, Tanzania, y Kenya.
[4] El genocidio de Ruanda se había producido en 1994, cuando los hutus masacraron a 800.000 tutsis.
[5] Zona cercana a la frontera del Congo con Ruanda y Burundi donde hay más concentración de banymulenges. Los banymulenges son un grupo perteneciente a la etnia tutsi.

domingo, 13 de noviembre de 2011

La promesa pendiente de España

Han pasado ya 35 años desde que España dejó de lado el territorio del Sahara Occidental, colonia española desde hacía 100 años. La ONU comenzó las descolonizaciones y España, a pesar de retardar la de este territorio nombrándolo provincia 53, en 1957 tuvo que actuar en base a la resolución 1514 de la ONU sobre la concesión de la Independencia a los países y pueblos coloniales de 1960, que incluye al Pueblo Saharaui entre los pueblos colonizados y con derecho a la autodeterminación y su independencia, así como de acuerdo al interés del pueblo saharaui por obtener la independencia.

Una chica saharaui reivindica la independencia
del Sahara Occidental elevando la bandera de su país. 

Marruecos entra en el Sahara 

España prometió oficialmente a los saharauis que se llevaría a cabo el protocolo por el que saldría del Sahara y por el que se llevaría a cabo un referéndum de autodeterminación que traspasaría la administración del territorio al pueblo saharaui, representado por el Frente Polisario desde 1973. Sin embargo, la Marcha Verde y el interés de Marruecos por crecer territorialmente han hecho que “la liberación” del Sahara Occidental no fuera como debía. 

Las intenciones de Marruecos de conquistar el territorio del Sahara Occidental eran varias. La primera, “que el afán de expansionismo del Gran Marruecos decía que las fronteras de este eran el Sahara, el sur de Argelia y Mauritania –sabiendo que Marruecos no reconoció a Mauritania como Estado hasta 1970-”, explica el delegado del Frente Polisario en Andalucía Oriental, Abdalaje Jalil. La segunda razón según Jalil era “alejar al peligroso ejército, porque la monarquía estaba en peligro por los golpes de estado de 1971 y de 1972. Era una prioridad vital para salvaguardar el trono”. Por otro lado, “sabiendo que el Sahara es un territorio con poca población y muchos recursos naturales Hassan II creía que era un caramelo y que iba a solucionar el conflicto en seis meses”, agrega el delegado.

Por otra parte, el rey Juan Carlos, en ese momento -1975- Jefe de Estado en funciones y Príncipe, visitó El Aaiún para reafirmar su promesa de proteger los derechos legítimos del Pueblo Saharaui. Sin embargo, éste no quiso dar pie a una posible guerra con Marruecos ya que España, con la débil salud e irrebatible muerte de Franco, entraba en una transición inestabilizadora. Por este motivo, un día después retiró las tropas para facilitar al entonces rey de Marruecos, Hassan II, la ocupación del territorio. 

Días después se firmó el Acuerdo Tripartido de Madrid entre Marruecos, España y Mauritania “en donde se cedía la administración y nunca la soberanía del territorio, por eso nadie reconoce la soberanía de Marruecos”, argumenta Jalil, añadiendo además que dicho acuerdo “no tiene ninguna base jurídica y no se reconoce por ningún organismo internacional”. Asimismo, el Tribunal de Justicia de La Haya dictaminó que el Sahara Occidental no tiene lazos de soberanía con Marruecos o Mauritania y debe aplicarse por tanto el derecho de autodeterminación.

El transcurso de los hechos muestra como España tiene pendiente su promesa de un referéndum acorde a la legalidad internacional con su excolonia y además, una responsabilidad para con los saharauis.

Zonas controladas por Marruecos y por el Frente Polisario.

Intereses internacionales

La parte occidental del Sahara es rica en recursos como los fosfatos y la pesca. Además, tiene salida al mar. Son muchas las empresas de la Unión Europea que se benefician de este territorio, además de otras procedentes de países de Oriente Medio, otros países de Asia, América Latina, Estados Unidos y Rusia. Además de los intereses económicos que este territorio alberga, existen también los geopolíticos, las influencias entre unos países y otros y el poder.

Francia es el país con mayores intereses de que el Sahara siga ocupado ilegalmente por Marruecos. El hecho de que forme parte del Consejo de Seguridad de la ONU y sea uno de los cinco miembros permanentes de este (Francia, China, Rusia, Reino Unido y Estados Unidos) le permite el derecho a veto. Con este privilegio, aunque el resto de los países esté de acuerdo en cuestiones como el respeto a los derechos humanos en el Sahara, una negativa de Francia basta para que los posibles acuerdos internacionales se estanquen y las resoluciones no procedan. Jalil afirma que “Francia ha bloqueado todos los intentos de que la Minurso (Misión de Naciones Unidas para el Referéndum en el Sahara Occidental) tenga competencia en derechos humanos en el territorio. Es la única misión de la ONU que no tiene competencia de este tipo en el mundo”.


España en el conflicto 

España es uno de los países que más intereses económicos tiene en el Sahara Occidental. Son muchas las empresas españolas relacionadas con la explotación del territorio. Pero, por otro lado, la situación geopolítica de España no la favorece, ya que se encuentra entre Francia y Marruecos, dos aliados imprescindibles en su política exterior. El delegado del Frente Polisario en Andalucía Oriental argumenta que hay que “tener una política exterior eficaz, soberana e independiente, no ligada a nadie. Hay más intereses económicos en España con un Sahara Independiente”.

Asimismo, España se encuentra con la necesidad de mantener las buenas relaciones con Marruecos para regular la inmigración ilegal o el narcotráfico y esto queda reflejado en las insistentes declaraciones de los Gobiernos de ambos países de que las relaciones entre éstos están perfectamente. Para Jalil “se necesita un Gobierno que diga ‘no estoy con nadie sino con las resoluciones internacionales’, fuerte y que no ceda a los chantajes”.

Aunque partidos políticos, sindicatos y ONGs, así como el Congreso y el Senado, condenan los incidentes violentos acontecidos, el Gobierno no se posiciona oficialmente, por la amenaza de Marruecos a desatar una crisis con España. “Un Gobierno tiene que hacer política pensando en las consecuencias de las decisiones”, señaló el presidente Rodríguez Zapatero. Las filtraciones de Wikileaks descubrieron un PSOE que se ofreció a asesorar a Marruecos sobre cómo elaborar un plan de autonomía creíble. Sin embargo, no hay que olvidar que en el Comité de Descolonización de la ONU el Sahara sigue siendo un territorio sin descolonizar y España aparece como potencia responsable del territorio.